Manta Callejera




Te echo de menos,
te anhelo, en ti cada día pienso
y al llegar la noche,
de ti, ¡Cuánto me acuerdo!
Si, en esas frias y solitarias noches que pasé en la calle.
Bajo la desnuda interperie, con el cielo estrellado de techo,
y el frio marmol como colchón.
¡Cúanto te echo de menos!
A tí mi amiga, mi consuelo, mi calor.
Si, tu, mi manta callejera,
tu olor a miseria, a pobreza
a calor humano, a tristeza.
Tu que a todo el que te buscaba abrías tus alas
y les daba abrigo,
no te importaba su condición social, ni economica,
siempre dispuesta a dar asilo a los marginados,
pobres, locos y despreciados por la gente.
Cuantas noches felices pasé contigo,
contandote mis penas,
hasta que al final, cuando caía rendido,
tu me consolabas, con tu piel gastada,
y tu alma destrozada de tantas y tantas vidas que por tí pasaron,
y a todas las cuidabas.
Un día me olvidé de tí, te abandoné,
me llevaro a un lugar nuevo, limpio, sin tu olor,
solo el olor a hipocresía a mentiras a falsas promesas.
Me dijeron que sería feliz, que tendría una hermana tuya, solo para mi.
Mas era fría, insolidaria,
no permitía mas que a una persona,
en un lugar llamado cama.
Cientos y cientos de personas,
junto a frias ventanas,
por las cuales no podía ver nada.
Alguien gritaba en la noche : -¡A dormir!
y todos cerrabamos los ojos, yo también,
pero por dentro, me acordaba de tí.
¡Cúanto me arrepiento de haberte dejado!
Tú que siempre me cuidaste, no importa donde fuera,
conmigo siempre estabas.
Últimamente pienso en huir de aquí,
volver contigo y con mis amigos, a sentir el calor humano
el olor a vida,
el dormir cada noche en distinto sitio, pero siempre contigo.
¡Oh! ¡Cúanto te echo de menos!
Hoy cuando las luces se apaguen,
me iré a través del desagüe,
y volveré a tí.
Si, pues prefiero mil veces oler mal estando contigo,
a oler bien y no sentir nada, esperame este noche.
Por favor, esperame, mi querida y amada,
"manta callejera".