Encerrados

Caras arrugadas y curtidas en el desaliento,
en el desaliento que las personas pasean,
pasean en el transcurrir del tiempo.
Objetos inanimados,
representan la creación,
Arboles que mueren un poco cada día,
palomas que vuelan en círculo sin salir,
sin salir del lugar donde estan encerradas,
encerradas están por el hombre.
Animales, todos de diferentes especies,
encerrados en jaulas para disfrute,
para disfrute de la vista del insaciable,
del insaciable ser humano.
Diversidad de flores y plantas hermosas,
hermosas de diferentes colores y olores,
colores y olores de claveles y rosas.
Juventud decepcionada, que su vivir no varía,
no varía del transparente engaño,
engaño, que ven cada día.
Ancianos sentados, llenos de un tesoro,
tesoro como de los piratas antiguos,
más no en su cofres,
ni en una lejana y remota isla, sino dentro,
dentro de su mente, en sus recuerdos,
recuerdos que son, su sabiduría.
Todo esto es en resumen,
resumen de lo que el escritor,
el escritor de estas letras, ve y observa,
no menos prisionero que los demás, en su carcel,
su carcel : La monotonía.

Mira por mis ojos





Cuando me miras,
tan solo ves a través de tus ojos.
Si de veras quieres conocerme,
observa y penetra dentro de los mios.
Donde ves valor, solo hay miedo.
Donde ves fuerza, solo hay debilidad.
Donde ves rudeza, solo hay ternura.
Donde ves odio, solo hay amor.

Manta Callejera




Te echo de menos,
te anhelo, en ti cada día pienso
y al llegar la noche,
de ti, ¡Cuánto me acuerdo!
Si, en esas frias y solitarias noches que pasé en la calle.
Bajo la desnuda interperie, con el cielo estrellado de techo,
y el frio marmol como colchón.
¡Cúanto te echo de menos!
A tí mi amiga, mi consuelo, mi calor.
Si, tu, mi manta callejera,
tu olor a miseria, a pobreza
a calor humano, a tristeza.
Tu que a todo el que te buscaba abrías tus alas
y les daba abrigo,
no te importaba su condición social, ni economica,
siempre dispuesta a dar asilo a los marginados,
pobres, locos y despreciados por la gente.
Cuantas noches felices pasé contigo,
contandote mis penas,
hasta que al final, cuando caía rendido,
tu me consolabas, con tu piel gastada,
y tu alma destrozada de tantas y tantas vidas que por tí pasaron,
y a todas las cuidabas.
Un día me olvidé de tí, te abandoné,
me llevaro a un lugar nuevo, limpio, sin tu olor,
solo el olor a hipocresía a mentiras a falsas promesas.
Me dijeron que sería feliz, que tendría una hermana tuya, solo para mi.
Mas era fría, insolidaria,
no permitía mas que a una persona,
en un lugar llamado cama.
Cientos y cientos de personas,
junto a frias ventanas,
por las cuales no podía ver nada.
Alguien gritaba en la noche : -¡A dormir!
y todos cerrabamos los ojos, yo también,
pero por dentro, me acordaba de tí.
¡Cúanto me arrepiento de haberte dejado!
Tú que siempre me cuidaste, no importa donde fuera,
conmigo siempre estabas.
Últimamente pienso en huir de aquí,
volver contigo y con mis amigos, a sentir el calor humano
el olor a vida,
el dormir cada noche en distinto sitio, pero siempre contigo.
¡Oh! ¡Cúanto te echo de menos!
Hoy cuando las luces se apaguen,
me iré a través del desagüe,
y volveré a tí.
Si, pues prefiero mil veces oler mal estando contigo,
a oler bien y no sentir nada, esperame este noche.
Por favor, esperame, mi querida y amada,
"manta callejera".