El sinuoso e interminable ascenso del humo del incienso,
que en la noche tranquila, bajo la tenue luz de una lampara de neon....
Al llegar a esta hora de paz y descanso, vuelvo la mirada atrás,
en el cúmulo de incontables,
y no menos importantes historias compartidas,
en conversaciones no mas largas del suspiro
de alguien a quien le falta el aire.
Innumerables cambios de saludos y preguntas,
que se hacen rutinarias y monotonas,
pero no por ello, menos trascendentes.
El instintivo y mecánico intercambio de sonrisas,
y expresiones reflejadas en la faz de las personas,
ya seán conocidas o extrañas.
Caras y gestos vacios.
La luz brilla por la falta de oscuridad,
la muchedumbre, viene y vá, sube y baja,
por el mismo lugar día tras día,
mes tras mes,
año tras año.
Nadie será lo que fue antaño.