Una joven que extiende su mano abierta,
pidiendo la misera limosna.
Caras desencajadas por la locura,
convertidos en mendigos en las puertas.
Hombres que antaño fueron reyes en su pueblo,
mujeres que fueron reinas de sus casas.
Gente de toda clase, que pronto serán iguales,
ya no existirán razas, ni poder, ni condición social,
cuando la realidad de la vida y el fin de las cosas haya llegado.
Dios habrá liberado la tierra.
Mientras, enfermedades que consumen poco a poco,
sucumben ante ella, los más fuertes y poderosos.
Muerte que acumula para sí nuevos ejercitos me cerca,
el canasancio afecta a este que escribe,
agota mis facultades fisicas y mentales.
Ya no escribo, solo trasmito pensamientos,
de la mente a la libreta.
¿Un milagro de Jesús copiado de una tumba de Egipto?
Hace 2 meses