Autopsia a un Don Nadie

Su cuerpo yacía inerte sobre la mesa de operaciones del forense. El médico, organizando sus herramientas, preparándose para la autopsia, observaba con estupor y sorpresa lo que tenía delante de sus narices.
A su alrededor, varias personas de diferentes clases sociales y económicas, lloraban desconsoladamente, más no de pena, sino de rabia. ¿Porqué?
Don Nadie, como cada mañana, se despertaba con su reloj corpóreo, el hambre y el frío. Aquel duro invierno se había prolongado más de lo habitual.
Como de costumbre, don Nadie acudía a la misma cafetería, la más cercana, no se atrevía a cambiar y enfrentarse a la novedad. Antes arreglaba su casa, unos matorrales que le servían de refugio y se acicalaba, importante es guardar las apariencias. Luego, tomaba a su perro al que llamaba "tu eres lo que yo siempre deseé", y a paso lento recorría una vez más su camino habitual. Curioso el nombre que daba a su perro, pero don Nadie se consideraba su amigo y no su dueño y envidiaba la vida aparentemente despreocupada de este, de allí el nombre que le puso. Tampoco el canino iba a reprobarle tal nombre, bastante con que se sentía afortunado de haber sido recogido, siendo cachorro de un contenedor de basura, al que fue tirado por el desalmado dueño de su madre. Don Nadie lo cuidó, con poco alimento, pero con amor y muchas caricias.
Juntos marchaban cada día a la cafetería de la esquina, donde una amable mujer ya entrada en años, le pagaba un café y una tostada, pues la pobre tampoco podía permitirse más. Mientras su perro recogía los restos de bacon, jamón, pan y otros restos que caían de las mesas de los comensales. Más tarde iban a un restaurante cercano y pedía con humildad, un poco de las sobras para su perro, sobras que luego compartían ambos. Así transcurría el día para don Nadie y su amigo "Tu eres lo que yo siempre deseé".
Don Nadie tenía el pelo largo, pero limpio, y una barbas que le cubrían el rostro casi por completo. Entre pelo y barba se le descubrían sus verdes ojos, brillantes cual esmeraldas.
Pese a la apariencias, don Nadie, jamás probó una gota de alcohol, y ni un solo cigarillo pasó por sus labios. El ir y venir todos los días de aquí para allá, le había proporcionado una excelente salud, un atlético tono muscular y la frescura de un joven. Siempre fue cortés y educado, más como en toda historia, siempre hay alguien malvado, que había fijado la vista en el, y pretendía amargar su existencia.
Un banquero que lo miraba con desdén, un medico que nunca le quiso atender, un peluquero que jamás le ofreció sus servicios, pues veía en don Nadie a alguien con tan mala apariencia, que podía ser una mala imagen para su negocio. Total, un grupo de señoritos hipócritas y demás.
Un día don Nadie no salió de su refugio y su perro ladró y ladró, desde el amanecer hasta el alba, mas nadie salía a calmarle.
Don Nadie murió aquella noche, de puro frío, pero una enorme sonrisa resaltaba en su rostro pálido y sin vida. Era como si hubiera vuelto a su niñez, cuando su madre lo tomaba en sus brazos y le acariciaba tiernamente, tal aspecto tenía que parecía un ángel.
Ahora en aquella mesa de autopsia, por fin vieron su rostro, dientes blancos y perfectos, aquellos profundos y maravillosos ojos verdes. Por dentro, su corazón estaba fresco, con el brillo de una maquinaria que aún le quedaban muchos años por delante para funcionar, sus pulmones limpios, su hígado impoluto, todo en el estaba integro y saludable, como si de una criatura con pocos años de vida hubiera perecido.
Entonces aquellos que en vida lo ignoraron, aquellos que lo despreciaron, amargamente lloraron, pues todos ellos tenían algún familiar necesitado de aquellos órganos ya ahora perdidos y que les hubiesen salvado la vida.
Don Nadie hacía ahora honor a su nombre, pues nada era, salvo un cuerpo inerte, que en poco tiempo se hecharía a perder. En un bolsillo de su chaqueta, llevaba una nota que decía : "Si alguna vez me ocurriera algo mortal, que todo lo que en mi cuerpo pueda servir para dar vida a otros, sea donado para todos aquellos que sin conocerme me odiaron.
Pero ya era demasiado tarde, sus órganos ya no valían y con el tiempo, los familiares de los que se creyeron más que el fallecieron. No tuvieron la culpa de la muerte de don Nadie, pero pagaron los errores de los otros, (que cada cual saque la conclusión que le parezca).

Se comenta que cada día una mujer que era ciega, ya entrada en años, si, la mujer que siempre invitaba a café y tostadas a don Nadie, pasea con un perro al que curiosamente llama : "tu eres todo lo que yo siempre deseé". Pero lo mas curioso de todo esto, es que la mujer ahora si puede ver y dicen que sus ojos antes blancuzcos y apagados, ahora son verdes y brillantes como las esmeraldas más hermosas y luce su sonrisa blanca y limpia. Dicen haber visto en su cartera la foto de un hombre melenudo y con barbas, al que ella cuando le preguntan dice : era mi hijo, murió hace un año, sin saber que yo era su madre y no pude verle, hasta que me dieron sus ojos.
El perro ladra, ella ríe, juntos van a llevar agua y comida a unos matorrales donde ahora vive otro don Nadie. Charlan y alegres pasan allí casi todo el día.
-Bueno, Miguel, mañana vendremos y te llevaremos a casa, pues tu habitación está preparada a tu gusto -le dice la amable viejezuela a un don Nadie, al que ahora cobijará en sus hogar-
-Gracias buena señora, que Dios se lo pague -responde humildemente el don Nadie-

Nunca desprecies a nadie por su apariencia, pues en cualquier don Nadie, puede esconderse la esperanza y la vida que todos buscamos.

8 comentarios:

  1. El silencio de los que para esta sociedad nada son, contrasta con el ruido rimbomboso del que de la gloria humana vive. En el vacio silencioso del grande y famoso, se esconde el grito indenme del que hace de su anonima existencia su felicidad. El anonimato es el valuarte y bandera del que busca la gloria de las cosas pequeñas.

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  2. Bueno, ¿demasiado obvio?, le falta dejar algo para la mente del lector, un buen escritor deja entrever las cosas para que el lector saque sus conclusiones. Yo aquí veo una apremiente necesidad de explicarlo todo. Eh que es como consejo, no te lo tomes a mal tio, que como bloguero también me gusta la critica. Sigue esforzandote.

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  3. Analista de blogs7 de marzo de 2010, 1:23

    En mi humilde opinion, creo que al relato le falta veracidad, es un poco falsillo. Vale, dirás que la literatura es fantasía, pero ojo, siempre basada en realidades o probabilidades objetivas, incluso subjetivas a las opiniones o percepciones del autor, pero no en imposibles como estos.

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  4. loco se te ha ido la chola o que... Es una joda, perdón, está bueno el cuento y se aprende, se aprende.

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  5. gran desconocimiento de la ciencia de los transplantes

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  6. Como relato, mediocre, pero el tranfondo es bueno e interesante. Valdría ponerle un poco mas de intriga.

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  7. mui agudo, atacando las injustisias sociales

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  8. Fantasía de un mundo ideal que no hay, ni habrá.

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