Los super-heroes de la calle

Ayer, paseando por una transitada calle de mi ciudad, encontré, sin saber porqué, a un superheroe y sus poderles le quité.
¿Cómo? Os preguntareis. Simplemente al pasar por su lado, le saludé:
-Hola, ¿Que tal?, ¿cómo estás?
-¿Puedes verme? -me preguntó extrañado-
-Claro que sí -le contesté- ¿A que viene esa tenebrosa y extraña voz? -pregunté-
-Es que todos los días, desde hace algún tiempo, la gente pasa por mi lado y parece que no me ven y de tanto como esto ocurre, he llegado a pensar que soy el hombre invisible.
Mientras esto cuenta, lagrimas de confusión se deslizan por sus mejillas, hasta perderse en su poblada barba
-No llores hombre -le dije- pues algunas personas no ven mas allá de su orgullo y prejuicio.
-Entonces, ¿Puedes ver también al hombre cartón, a la mujer escalera, y al viejo que vive junto al árbol?
-Por supuesto que si, y a otro como tu y como yo también. Tú no eres el único, mas no te preocupes, pronto todo se arreglará. Mientras tanto ¿Me puedes da algo? -le pregunté-
-¿Yo? Pero si como ves, soy un pobre que pide para comer. -contestó extrañado-
-De acuerdo, mas no te costará nada un estrechar de manos o un abrazo de amistad. -Sabes una cosa -continué, sin esperar respuesta- que yo también fui en su día un hombre invisible, hasta que alguien me dijo, lo que ahora yo te estoy diciendo. Desde entonces, voy buscando super-heroes, para quitarle "sus poderes" y hacerlos gente "normal", como todos los que te rodean.
Su rostro se iluminó y fue tal el brillo de su cara, que muchos se acercaron para ver que ocurría.
Entonces se puso en pie, levantó su "yo" dormido y se puso a caminar. Hoy es un hombre nuevo que pasea por las calles, buscando hombre y mujeres con superpoderes, para poderselos quitar.

Recuerda lector y amigo/a, mira hacia todos lados y algún día te encontrarás a ti mismo, reflejado en el "hombre invisible".

3 comentarios:

  1. Cuentan de un sabio que un día

    tan pobre y mísero estaba,

    que sólo se sustentaba

    de unas hierbas que cogía.

    ¿Habrá otro, entre sí decía,

    más pobre y triste que yo?;

    y cuando el rostro volvió

    halló la respuesta, viendo

    que otro sabio iba cogiendo

    las hierbas que él arrojó.



    Quejoso de mi fortuna

    yo en este mundo vivía,

    y cuando entre mí decía:

    ¿habrá otra persona alguna

    de suerte más importuna?

    Piadoso me has respondido.

    Pues, volviendo a mi sentido,

    hallo que las penas mías,

    para hacerlas tú alegrías,

    las hubieras recogido.

    ResponderEliminar
  2. una mujer invisible de 5027 de julio de 2009, 10:31

    Bonito cuento. somos muchas los invisibles, no solo por pobres sino porque la edad tambien hace invisibles sobre todo a las mujeres.

    ResponderEliminar
  3. Bueno, otro minirelato pasable. Me recomendaron este blog, pero no encuentro nada que de la talla.

    ResponderEliminar

Aporta tus comentarios :